QUERIDO HIJO
EPISTOLA A MI HIJO TYL
FRANK DIEGO
ALVARO CRISTANCHO TOSCANO
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ALMA
EDITORIAL
La nueva era del Arte y la Literatura
LOS LIBROS EN LA RED
Hoy me he sentado a escribirte con dedicación absoluta, me he detenido a pensar en ti hijo mío; veo la necesidad de
compartir contigo mi experiencia de padre y mis miedos de adulto - esos que a mi edad me acechan al ver el camino que han
tomado los hijos de amigos y desconocidos -.
¡Tantas cosas deseo decirte...!
Por ellos, por la estrella o el destino que los guía inmerecido de todas formas e infortunado me aterroriza
de solo pensar que puedas vivir algo así, nadie está exento y más si naciste en este tiempo de tantos retos que deben enfrentar
desde niños nuestros hijos e hijas. Por eso me urge escribirte, ojalá te llegue mi consejo antes que pruebes las drogas, el
alcohol o pienses en tener una aventura con prostitutas o con alguien de condición dudosa, es mi deseo que jamás recurras
por ningún motivo a estas falaces distracciones que matan lentamente a quienes las prueban por una vez al menos en la vida.
Ayer pasé a visitar un centro donde llevan a los hijos que las drogas les toma ventaja y hablé con
muchos de ellos y en sus palabras comprendí la carencia de afecto de sus padres; abandonados, buscaron por su propia iniciativa
un destino y encontraron uno en la calle; buscaron amigos y en la calle sólo hay desconocidos, hablaron con desconocidos de
temas desconocidos y comunes por demás, pero en esos temas ahondaron en soledad
y la calle en medio de tanta gente les ofreció soledad. Por donde pasaron buscaron gestos cálidos, los hallaron: ninguno parecido
al de sus padres.
Hoy que todavía estas conmigo, aunque no vivas junto a mi, no
quisiera perderte al verte perdido buscando mi rostro en otros, menos en la calle.
Salí de aquel centro tan deprimido como los que allí se quedaron buscando un destino. Ahora están con
drogas en el cuerpo. Eso me entristeció escuchar de todos al unísono:
"Lo único que quiero es rehabilitarme, ser como era antes de
caer en las drogas y de vivir en la calle".
...Y me dije, a mis cuarenta
y tres años no he probado esa amarga tragedia que todos ellos vomitan con asco. No he necesitado vivir aquello para decir:
<cuánto diera para estar donde estoy después de adulto>. Para contar desde la experiencia la amargura que se vive, no
hace falta estar envuelto por su densa capa de tragedia que inmoviliza el espíritu y detiene a la voluntad, manteniéndola amarrada a ese afán de liberarse de cuanto le oprime y lastima en cada minuto en cada instante
de la vida. Pero podré llamarle vida a ese infierno de pasiones juntas que abrazan a un ser asustado, acorralado y ¿escurridizo?.
Como a esos niños y jovencitos que vi en aquel centro-antro que poco o nada aporta a rehabilitarlos. No creo que esas palabras
que pronunciaron sus labios resecos: "Lo único que quiero es rehabilitarme, ser como era antes de caer en las drogas y de vivir en la calle" se hagan realidad, no por ahora no en el corto tiempo. Es que la condición en que se hallan
les impide, les hace imposible que puedan salir prontamente de ahí, de allí. La
única meta de ellos, su único sueño por el que gastan todos sus esfuerzos y dinero es poder llegar a ese punto donde tú y
yo nos encontramos. <No probar cigarro ni vicio>. Fíjate hijito cuánto has logrado con abstenerte y cuánto eres por
no haber probado las drogas ni licores o bebidas fermentadas.
Ese día al salir de ese centro de rehabilitación me dije: Dios me ha bendecido contigo. Soy un afortunado
de la vida. Caminé durante un buen rato y fui a parar en uno de esos escaños que están vacíos y dispuestos en las plazoletas
de cualquier ciudad, comencé a rumiar como un buey cuanta historieta me habían narrado y a escribirlas en mi mente una por
una. Todas tenían un común denominador: Falta de afecto. Pero vieras hijo, historias de horror y de miedo inimaginables, más si las han vivido esos púberes ya golpeados
por la vida madurados a la fuerza en su encierro y tratados con crueldad por las autoridades del Estado y desechados por sus
mismas familias, sumado a tanto daño el desprecio con que los miramos en las calles.
Sentado en esa quietud de mar en calma en aquel escaño abandonado en la plazoleta debo confesarte que
estuve confundido y a punto de no decir de esto nada a nadie. Mas comprendí que
los vientos agitan la mar, revuelve sus aguas y las convierte en olas inmensas. Como esa masa incontenible de agua, me levanté
inspirado en esos cambios repentinos de las cosas y los fenómenos naturales, pensé que debía decirte todo esto de alguna manera
y me dediqué a escribirte de un plumazo recogiendo el eco escuchado en aquellas historias macabras, me dejé llevar hasta el
computador para amarrarlas con ese nudo que se forma con las palabras y atarlas para que no se queden sueltas haciéndole daño
por ahí a más personas, esas experiencias por otros vividas y que deseo jamás las escuches siquiera. ...Y a quién debo comentarlas,
sino a ti. Que eres mi primogénito. A ti mi amado hijo. Doy todo de mi y lo que el mundo y la vida me ha dado para que no
pruebes tan amargas experiencias recogidas por mi, vividas por ellos.
Cada obra, cada verso, cada palabra en los escritos es parte de vida, jirón de vida, episodios de vivencias;
es en una palabra <autobiográfico> casi todo lo que uno escribe por que somos como ese mar de profundidades desconocidas,
en todo caso, debes conocer de la vida sin que necesites para ello probar o meterte de cabeza en esas obscuras profundidades
de las que se tiene la certeza de quedarse en ellas sumergido, perdido; sin que nadie pueda darte el oxígeno que luego necesitas.
En lo visible de nuestras aguas, en lo que se puede mirar somos como ese mar picado por esos vientos
huracanados de esta época, e igualmente somos la inmensa mole de agua transparente que sirve a los piratas y a los buenos
navegantes para que viajen sobre ella, se muevan transportando toneladas de maldad o de esperanzas que llevan de un lado a
otro llenando los vacíos que nos deja el tiempo o las circunstancias. De algún modo podemos compararnos con todos los elementos
naturales: el agua, el aire, la tierra, el fuego que envuelve a los seres diseñados para sentir las sensaciones pasajeras
del amor, la envidia, el odio, la fuerza, la debilidad, la felicidad, el infortunio, lo hosco, lo dulce, lo elevado y lo que
está en lo subterráneo de nuestros seres.
Ahí en cada circunstancia nos juntamos los humanos. En esa orilla donde nos encontremos, de algún modo
nos encontramos para vivir o para mirar lo que se vive a nuestro alrededor.
Amado, muy querido hijo Tyl Frank Diego: Escribirte es lo menos que puedo hacer por ti. Ahora que estás ad portas de tener tu primera novia, de cumplir tus quince
años. Me siento comprometido con tu destino para que el mío no se vea truncado por dejarte de aconsejar a tiempo.
Te digo que me levanté de aquella silla y a lo lejos, a mis espaldas se quedó nuevamente vacía; a paso
lento caminé sin rumbo cierto, mientras entraba en la soledad de mi apartamento a sentarme frente a la pantalla que me escucha
y me habla. Viajé con mi mente por la ciudad y repasé mis viajes a las ciudades que he visitado y en mi caminata desprevenido
fui a parar al hospital donde hace algunos años te atendieron por urgencias porque te habías caído desde el lavadero abandonado
que estaba en el pequeño patio de ropas que hacía las veces de cancha y área de descanso para los niños y las niñas de ese
jardín infantil donde estudiaste tus primeros años de escuela; apenas recuerdo, tenías algo así como, cinco años. Me mordía
de rabia al enterarme que te habías accidentado. No sé cuales circunstancias me mantuvieron al margen de tu dolor intenso,
no estuve contigo hasta pasadas varias horas del accidente brutal que te astilló el codo de tu bracito izquierdo, recuerdo
que me avisaron y corrí hasta el hospital y te hallé en brazos de tu madre junto a tu maestra. No supe que fue de ese instante
pero me dejé llevar por la ira y traté mal a todo el mundo; a todos cargué la culpa de haberte descuidado de no estar pendientes
de ti. Pero me pregunto hoy ...y ¿porqué culpé a todo el mundo y me di el lujo de inculpar sin sentirme culpable?.
Ahora no puedo permitirme ese mismo trato soy culpable de cuanto a ti te pase de bueno o de menos deseable. Soy tu padre y de tu destino soy culpable.
Desesperé al verte rendido de dolor en ese instante. Finalmente a regañadientes los médicos te intervinieron
esa misma tarde. Horas de fatigados intentos por hacerte menguar tus padecimientos inmerecidos y quebrantada la alegría salimos
a casa. Completamente vendado, no sé cuántos clavos metidos en tus huesecitos rotos apuntalándolos para rehacer con esas astillas
una sola pieza ósea; signada con el bisturí tu delicada piel juntaron los galenos los rebordes sangrantes con hilo negro en
sutura extendida como una curación absurda, en puntos agujereados de modo cruel dejaron visible el rastro del descuido como
un sello imborrable en tu cuerpo. Esa primera marca en tu piel me taladraba los sesos vaya aflicción la mía. Sobrecogido de
hombros y completamente destrozado pude sentirme como un infeliz gusano en el pico de una robusta gallina. Las cicatrices
no se por qué, pero aunque imperceptibles no desaparecen, jamás se quitan. A simple vista
se te han ido borrando pero cuántos años han pasado y sin embargo se me han quedado grabadas de por vida al punto que
no puedo esconderlas aunque pretenda de mil maneras. Esas cicatrices me gritan que de algún modo tu infortunio en esa hora
fue culpa mía, sólo mía, pude haberte llevado a aprender a leer donde no existieran peligros solapados, hubiesen sido previstos, pude haberte evitado ese dolor y no permitir que las suturas te marcaran por el
resto de tus días.
Ese recorrido mental que inicié desde el escaño en la plazoleta me llevó hasta ti desde mucho antes
que nacieras, desde que escogí la mujer que debería llevarte en el vientre, ser la madre perfecta para ti. No estoy seguro
si la busqué pero un día de repente y a punto de casarme con una morena hermosa se presentó a mi paso esa rubia de ojos de
mar que me enredó en sus sentimientos y caí rendido a sus pies en poco tiempo; por
eso terminó siendo tu madre. Me parece que en ella no había elección; estaba
elegida desde siempre por haberla conocido en mis días de infancia cuando era apenas una dulce y tierna niña y haberle robado
en el colegio Liceo Pablo VI su primer beso. Ella jamás volvió a dejarse ver, era apenas una niña; tímida se escondía de mi
y yo desesperaba por verla, ese año de tortura al fin pasó y un año y otro y otros,
...y quince años después volví a verla en Pamplona una tarde que iba en mi carro nuevo acompañado de la morena con
quien había comprometido mi palabra para casarnos al regreso del viaje a la frontera venezolana, pero esa tarde sin que me
hubiera propuesto la cita, volví a verla y olvidé los compromisos y falté a mi palabra. Corrí tras ella y al verme me sonrió
y me reconoció y quiso saber más de mí, tomé su teléfono y en menos de veinticuatro horas estaba de regreso so pretexto de
compromisos adquiridos y pude visitarla como a la media noche y olvidé el casorio. Me
devolví en el tiempo para retomar la fuerza del primer beso que nos diéramos al juntar los labios sin pericia ni pasión, era algo así como el beso de dos inocentes niños. ¿Comprendes porqué ahora es tu madre?.
Pasé a su lado mis mejores días de gozo. Muy poco nos duró el noviazgo, no más
de tres meses y el cinco de marzo de 1.988 caminamos hacia el altar para sellar el sentimiento perdurable en aquella ciudad
donde volvimos a vernos, la misma donde ocho meses después naciste el 29 de noviembre una madrugada gélida e inolvidable como hoy; ocho meses de arrullo acariciado en
el vientre de tu madre mi amada, por que eres ochomesino sencillamente.
Vi como crecías en su vientre, me encantaba tocarte a través de la piel desnuda de ella, escuchar los
latidos de tu corazoncito en mi oído pegado a esa piel y hablarte con detenimiento con
mi voz para arrullarte; y te arrullaba hasta dejarte profundamente dormido envuelto
en la ternura del ser maravilloso que te llevaba en sus entrañas, tu madre, ese cofre sagrado.
Me daba cuenta por el estertor de tu corazoncito que latía con sueño y por tus movimientos, sabía que te habías rendido ya. Me echaba sobre el cuerpo de tu madre igualmente rendido; pero notabas mis silencios largos, a poco te despertabas a
pedirme que siguiera con mi canto, que tú podías dormir profundamente pero mi
deber era acariciarte mientras te formabas como esa personita que terminaste siendo y hoy cumples quince años. Pataleabas para que mi voz no se silenciara, para que no me apartara de tu lado; fue así como lograste retenerme siempre a tu lado en vilo los ocho meses.
Cotorreaba en susurro hasta quedarme rendido de nuevo pero tú seguías allá envuelto en la ternura del vientre pidiéndome
que no te dejara que me estuviera a tu lado y pataleabas de nuevo hasta despertar a tu madre y ella me despertaba para que
te siguiera cantando; agotado el repertorio le daba paso a mi imaginación para
narrarte historietas de niños jugando como ángeles con duendes perezosos que cuidaban en el bosque de todos los pajarillos
y que en las noches se desvelaban contando las estrellas y por eso durante el día los dormilones duendecillos no trabajaban
ni hacían nada metidos en sus casitas fabricadas con pieles gruesas de nubes
viejas, de esas que ya no tienen agua para empapar los sembrados ni viajan ni suben porque están como los duendecillos rendidas
de cansancio y ya están muy viejas; solo ellas saben cuántas vueltas le han dado a la tierra.
Esas maravillosas historias de duendecillos rendidos de cansancio te acompañaron durante los ocho meses sin que
yo te haya dejado ni un solo minuto. Cómo dejarte ahora que cumples quince años y no puedo estar junto a ti ni un minuto para
contarte lo duro que es la vida para los que dejamos de ser como niños.
Deslizaba mi mano suavemente sobre el vientre de tu madre y tuve que suspender mi historieta aquella
madrugada del 29 de noviembre de 1988 porque sentí romperse la membrana que te envolvía. Grité emocionado, ¡ya viene!, ...va
a nacer; cubrí todo el cuerpo de tu madre con un beso y la arropé con mis brazos desnudos para ir en busca del médico... salimos hasta el hospital para ver que
llegabas. Naciste sin traumatismo alguno. Abriste los ojazos cual si despertaras
de un sueño plácido, como cuando uno se levanta en su propia casa y se ha familiarizado
con todo lo que hay en ella. Te mostrabas seguro tranquilo y a tus anchas con lo que veías, no lloraste. No hubo necesidad
de palmetear tus nalguitas porque el médico le causó extrañeza tu vigor y tu fortaleza para saborear el gusto a la vida afuera
a esa hora con la aurora; degustabas con tanta gana el aire de la mañana fresca de Pamplona,
lo saboreabas como un catador del destino y de las cosas buenas; no te
causó dolor ni frío la llegada a este mundo de crueldad y de miedos. Luego creciste tan rápido que hoy cumples quince años.
Tuve tanto tiempo para estar contigo que te vi crecer hasta los doce años luego te fui perdiendo de
vista, no puedo olvidarme de esos años maravillosos que pasamos en familia todos; hasta inventé mil historias mientras te
aferrabas a mi pecho y yo pegado a la ventana de la que fuera nuestra casa hasta hace tres años. Tres años que son como dardos
envenenados por la distancia y como brasas de fuego en el tiempo pegadas sobre mi cuerpo.
Jamás quise soltarte, y ahora estás caminando sin mi presencia por esas cosas del destino. No se si te digan algo los
duendecillos, si las estrellas las hayas seguido contando sin mi, cuando te pegas a la ventana a esperar mi llegada de nuevo
y yo pegado al teléfono a la espera de tu llamada. Me da la impresión que es por la lejanía o por la infinidad de cerros que
atajan tu voz en el camino y me quedo dormido a la espera de escucharte de nuevo; después de pasar tantas horas en vilo creo
que de nada han servido los medios modernos. Con los celulares pasa lo mismo, no repican ni conducen tu voz a mi oído y hasta
compré unos cuantos a ver si es el aparato telefónico que ya está viejo, talvez cansado de guardar tantos secretos, tantos
insultos y tantos perdones y ruegos. Quiero hablar contigo, necesito estar contigo de nuevo,
ojalá pudiera enviarte esta carta antes del 29 para que el cartero toque a tu puerta,
es el día que a los dos nos conviene; quiero decirte tantas cosas que
te tengo guardadas como regalos mágicos de esos que no se pueden comprar en las tiendas, quiero hijito del alma hacerte un
adelanto de ello: Cuando estabas de brazos ...Muchas noches junto a tu madre las estrellas contamos y hasta les pusimos nombres
para no equivocarnos y ya ves, -cuánto nos hemos equivocado-. Mi vocación de poeta nació cuando tú naciste, es el regalo que
me diste; al nacer nací por ti en las letras y he escrito tantos libros que no
quiero publicarlos, quisiera que al morir los quemaras tal cual recomendó Frank
Kafka a su amigo del alma, te digo la verdad? Durante estos quince años he escrito montañas de versos y fueron en parte ellos
culpables que nuestro hogar se acabara, pasaba las noches completas pegado al computador o de cabeza sobre papeles en blanco,
hasta en el baño no paraba de escribir y aún sigo escribiendo; a veces culpo a una novia que me maldijo por no haberme casado
con ella; me predijo el destino la noche que no quise volverle a hacer el amor.
"Si no eres para mí no eres para nadie prefiero que te vuelvas poeta". ...Y ya vez que me salió al pie de la letra. Me fluyen
las palabras y la inspiración pareciera una condena y eso cansa a las mujeres, si algún día te casas o si te enamoras te recomiendo
no escribas versos ni cartas; contrata a un poeta porque ese no tiene mujer y puede dedicarle tiempo a los versos, déjale
a los escritores el tedioso oficio de inspirarse y de soñar despiertos, de inventarse historias donde no existen y de armar
castillos de amor aunque jamás los hayan conocido. Los poetas deben estar solos, vivir en la soledad que se van fabricando
con los versos. ¿Vez por qué le doy la razón a tu madre?. Ahora me siento cansado y estoy perezoso como esos duendecillos de tus historietas de vientre. No quiero
hacer nada de nada, mi piel es como la de esas nubes viejas que no quieren viajar
ni mojar la tierra, no tienen agua; nadie bebe de ellas porque están deshidratadas, y mi alma está reseca de inventarme tantos
mundos que no he podido estrenar, tal vez tú al crecer un poco más los estrenes y en ti, y por ti cumpla mis sueños de ser
un hombre grande, un héroe sólo para ti, para tus hermanitas y para tu madre,
¡ah! que no sepa jamás que me desvelo escribiendo versos sin tregua y paso las noches en vilo a ver si de pronto regresa,
pero las noches y los días no me traen noticias de ella. Debe ser la maldición que me echó esa vieja. Te ruego, guárdame el
secreto no digas a nadie nada de esta carta, son mis secretos; mucho menos a ella, ni una palabra de esto.
Bueno, no quería descubrir mi alma tan pronto ni desnudarme contándote de mis tragedias, ya crecerás
y sabrás del amor y las pasiones, del dolor y de los desengaños, de las cicatrices que nadie puede quitarle a uno cuando se
comete en la vida el error de dejar en olvido al ser que se ama por andar de cabeza en las letras. Te venía contando hijito
que: ...Mientras crecías junto a mi y al lado de tu madre te conté las
estrellas y las bajaba para meterlas en botellas. Junto a ella y a ti, vi nacer historias maravillosas tan dulces como mieles
de abejas que luego se africanizaron y me comenzaron a herir con sus ponzoñas
envenenadas para defenderse de mi y de mis motivados celos. No aprendí a amar de otro modo que no fuera a mi manera, ni soporté
compartir el amor siquiera, no tuve tiempo para nada, todo fue tan normal en apariencia, todo era consentido, hasta enceguecí
de amor por ella. Creo que tu madre tampoco tuvo la culpa, fue todo eso que se
iba dando y mutuamente permitimos que se diera, pero ya vez no pude acostumbrarme,
ni me acostumbro todavía, no quiero acostumbrarme a nada de eso, no se si en esta distancia pueda olvidarla pero me temo que
no la olvide, siempre estamos hablando por teléfono siempre me llama o la llamo y siento que estamos unidos mágicamente por
el destino que nos juntó desde niños. Te ruego hijito que entiendas a tu madre, que la ames y la respetes, ya entenderás que
la soledad es cruel y el corazón es frágil, no existe pecado en volver a enamorarse. Mientras yo sigo en la soledad de mi
apartamento a la espera de que volvamos a nacer para amarnos y enamorarnos como cuando naciste.
A fin de cuentas mi amado Tyl Frank Diego, me siento perdido,
ya perdí cuanto pude construir con sueños, la realidad me golpeó y me tiró bien lejos, lejos de ti y de mi hogar donde
creciste y me viste formar esa familia maravillosa que todos envidiaron, hogar que ahora es una vieja historia hecha trizas;
ojalá y te ahorre con mi experiencia ese calvario y esa cruz insoportable que sobrellevamos los que por amor perdemos la cabeza.
Cuánto diera para impedir que lleguen a tocarte las cadenas de la separación.
Te escribo de este modo todo esto a tus quince años para que no la repitas si algún día llegaras a tener una familia bella
como la que tuvimos. Me he quedado sólo y me aterra no estar contigo para celebrar tus quince años, para escribir tantas historias
que me salen como si las estuviera leyendo de un viejo libro de cuentos para niños,
me quedo corto para escribirte una de esas a tus quince; me da pereza
arrullarte, hablar contigo, compartir contigo tantas cosas que desde que nos separamos me han pasado. No soy capaz de pintar
con palabras a los pájaros que revolotean en las mañanas mi ventana, ni de hablar tu idioma de quince años, no sé lo que me
ha pasado y no es por mi edad es por las circunstancias. No estoy seguro si los
colores que miras son los mismos que puedo ver a través de la lupa. No se si
las aves tienen alas y pueden volar o, a todas se las han cortado para tenerlas
cautivas como los loritos que viven conmigo. ¿Es esa la forma de retener a las personas también?, o debo dejarlas volar para
que permanezcan donde quieran. No se lo que pasa conmigo ni a las personas que dicen haberme amado. Todas se marchan o se
quedan dejándome envuelto en una densa capa de recuerdos, en una estela de interrogantes
que jamás tendrán respuesta, sólo eso me queda.
Cuánto camino recorrerás por tu propia cuenta hijito del alma, ya empezaste y eso está bien, a contar
tus aventuras de amores y de desengaños y te parecen el acabose cuando una de ellas te rompe el corazón como una almendra
al salir de la tierra para recibir la caricia del viento y del sol y, ajeno a tu voluntad la actitud de esa niña que amas
te destroza y te mutila los sueños con suspiros como tenazas fieras de hormigas que clavan sus agujas en las tiernas hoja
repletas de energía y verdor. Como esos capullitos naturales débiles en su apariencia
tiernos y mutilados sé que te sentiste en tu primera cita de amor; tímido conquistaste un mundo para ti sólo, para vivirlo
a tus anchas.
La última vez que hablamos por teléfono que al fin los cerros ni nada interrumpió tu llamada me dijiste
que tenías novia y que dieras lo que fuera por irte a vivir sólo, me imagino que tienes tus planes quieres estar viviendo
la independencia de los viejos. Los consejos te molestan, te torturan y te ofendes si te dicen que no te reúnas con ciertas
amistades y que esa niña en la que sueñas no te conviene por ahora; a tu edad no debes dejar tu voluntad en manos del corazón,
que debes concentrarte en tus estudios, que no tienes edad, que no es tiempo de amoríos, y saltas de rabia como un cervatillo
porque quieres escapar de la realidad; te enmarcan el amor, como si el amor tuviera un marco; como si tuviera una edad. Como
si el amor esperara para aparecer en las personas a la edad en que aparece el vello o cuando el acné desaparece de la cara.
Alguien te da cantaleta y eso te molesta, ¿verdad?. Pues todo hace falta, hijito mío,
hasta la cantaleta si vieras que me estaba acostumbrando a ella y me hace más falta ahora que vivo sólo. La soledad
es buena pero compartida, más soledad sin nadie es como la catalepsia dentro de una tumba. No te apresures todavía los años
traen sus propios problemas y sus goces como empacados en un morral para el viaje que uno necesita por la vida.
También fui como tú, a tu edad; - incomprendido - y a mi época las cosas eran más rudas y tajantes,
mis padres jamás me escribieron una carta de quince años, jamás supe de caricias paternas ni de un beso de mi padre y hoy
lo único que puedo regalarte, es mi dedicación absoluta en la distancia; aunque no estés conmigo, aunque no estés a mi lado
en este día, cuenta que desde este teclado te estoy acariciando con la punta de mis dedos ya humedecidos por el agua de mis
ojos que trato de atajar para que no se asome de nuevo el sentimiento al saberme tan lejos de los míos y no poder abrazarlos,
abrazarte y besarte. Y no es que viva lamentando mi destino sino que el corazón me traiciona como siempre y se me escurren
las lágrimas.
Debo confesarte otro secreto de lo que me pasó hace como dos horas, tuve que salir hasta la tienda
de la esquina y comprarme en tu nombre un pedazo de torta para comérmela. ...soplé sobre ella mi nostalgia el hálito de tu
presencia; ojalá partas una torta en familia y puedas invitar a tus amigos y
amigas pero en especial a la que me contaste que es tu novia; al soplar las velitas me alcance a llegar tu aliento de quince
años. Eso pensaba al pedir el deseo en silencio tragándome la torta con los tragos amargos de mis recuerdos.
Dieguito. Eres mi héroe y los héroes como tú son fuertes, muy fuertes a pesar de que en su día no esté
tu héroe, ¿sabes una cosa? los héroes también se sienten tristes y hasta lloran, sabes cuánto llora tu héroe aunque disfrace
con sonrisas mis tristezas.
¡...Ah, una cosa!, no lo olvides. Los héroes tienen problemas. Son humanos y para ti no sé cual sea
ahora tu héroe. No sé que es lo más duro de esto a la hora de elegirlo, vaya paradigma en el que te encuentras, bien sabes
de mi amor por tu madre que sigue siendo infinito y mi amor por ti y por Alma Juliana y Laura Natalia sigue creciendo
en la distancia. Es un hilo irrompible que me ata a este mundo de no, habría partido a reunirme con mis padres que yacen en
el mundo de los muertos.
Hoy cumples quince años y no estamos como de costumbre reunidos. Pareciera que la vida nos castiga.
No es lo mismo vivir sin tus ruidos, sin tu estruendoso caminar cuando corres por los pasillos golpeando el balón de fútbol;
cuando tocas con brusquedad las cosas, cuando gritas, cuando empujas a tus hermanitas; cuando no lavas los platos donde comes,
cuando no te levantas para ir al colegio; cuando...cuando me miras para refugiarte en mí o para pedirme algo.
Vives en otro mundo a lo mejor. Es posible que de mis cariños te hayas olvidado...
Ya no estoy seguro si el aire que respiro es el mismo que respiras, si el agua que me moja es la misma
que te baña, ya no se donde estoy a tus quince años, si pedirte, decirte u obligarte. Ya no se porque, pero tienes quince
años. Ya no se si escribirte una historia o contártela, ya no se si pintarte las hojas del campo con mis palabras o llevarte
al bosque a que tu mismo las veas y las toques con tus manos. Ya no se si mostrarte el aire o soltarte en un parapente para
que lo enrumbes a tu antojo y te sientas libre. Ya no se si soltarte o retenerte, es posible que te pueda seguir tratando
como a un niño, o como mi primogénito, o como a un amigo inseparable que te habla de cosas nuevas para ti por demás repasadas por mi experiencia y mi bagaje. Ya no se si te hago falta, si te hago estorbo o si
hago el ridículo ante tus amigos, ya no se como comportarme contigo si has crecido tanto. No sé pero se me vuelve a humedecer el alma.
Lo que si sé, es que eres mi hijo; eres mi todo, eres
el aliento que me sostiene para hacer las cosas. Lo que si sé, es que doy mi
vida por estar a tu lado. Lo que si sé, es que estoy seguro que eres lo más grande que la vida me ha dado y, lo que definitivamente
se, es que soy tu padre por encima de cuanto a los dos nos pase. Eres ante todo mi hijo y eso lo dice todo. Y aunque haga
el ridículo no me importa. Si has crecido tanto, que puedes subirme en tus hombros para alcanzarte una estrella y colgarla
a tu cuello para que te guíe cuando yo ya no esté, porque aunque lejos, estaré contigo desde donde me encuentre, siempre te
dejo mi rastro para que me encuentres y me encontrarás en esa estrella que juntos hemos alcanzado con la incisiva persistencia
de mantenernos unidos aunque estemos distantes.
Hijito mío... Súbeme en tus hombros ahora que has crecido, súbeme hasta las nubes para tomar del agua
que toman los dioses, y para golpear las puertas del cielo cuando Dios me llame o te llame. Ese día de gloria; iré sobre tus
hombros cargado de ilusiones al encuentro de quien todo lo ha creado para que los dos lo disfrutemos en el ahora y en el más
allá y nunca jamás de los jamases separarnos ni por un instante.
Te adoro hijito y
te bendigo en tus días. ¡Mereces el mejor día de Cumpleaños al lado de tu mamita y de tus hermanitas: Alma Juliana y Laura
Natalia. Mereces celebrar las bodas de oro de la profesión que escojas!.
Tyl Frank Diego.
Hijito mío amado mío. Sabes cuanto te amo y las amo
aunque me sienta perdido en la soledad que he fabricado con mis propias manos para refugiarme en ella por el resto de mi vida.
Con el alma de mi alma te extraño infinitamente. Desde siempre como un padre, tu padre.
Alvaro
Posdata
Hijito: Olvidaba decirte tantas otras cosas... se cauto.
-Cuando vayas a mercar por tu propia cuenta procura gastarte unos minutos con mucha calma y hacer la
lista de lo que desees comer o brindar a tus visitas y mide el número de tus invitados por cada día o por cada ocasión y así
no pasarás vergüenzas ni te verás metido en líos ni en estrecheces económicas. Ni pasarás hambre o necesidades apremiantes.
-Controla tu bolsillo y recuerda que estás conectado a los servicios públicos de tu ciudad y ellos
siempre te visitan y te molesta si no tienes como cubrirlos, por eso de tus centavos saca siempre esos que no te pertenecen,
no hagas inversiones con ellos en cosa distinta que no sea ponerte al día con el pago de los servicios públicos es un problema
pero lo será más si te los cortan, ni te imaginas la falta que hacen. Son de esas cosas llamadas "indispensables infortunadamente".
-Cómprate un seguro de vida, lo necesitas no sabes cuando, es posible que el día menos pensado y en
ese día, para esa fecha no estés lo suficientemente presupuestado y no puedas excederte
en el gasto y tengas que privarte de recibir excelente atención y tengas que someterte a recibir tratamientos de tercera de
muy baja calidad en la medicina y los cuidados que necesitas. Uno nunca sabe pero tú tenlo presente siempre, siempre; por
que tú siempre sabes.
-Cuando tengas tu cédula y todos tus documentos procura no olvidarlos ni dejarlos en manos de otras
personas; llévalos consigo siempre. Simplemente por una razón, estamos en otras
épocas y si se te pierden hay redes de traficantes y de delincuentes que los toman para darle uso indebido y con ellos y por
ellos podrías ir injustamente a la cárcel o a rendir declaraciones molestas que te quitan paz interior y tu tiempo.
-No sirvas de fiador ni recomiendes a nadie; eso es un compromiso que adquieres de por vida y te ganas
en cada caso a un enemigo, procura tener pocos enemigos y si puedes evítalos. No dudes, eso te es conveniente y saludable.
-No prestes dinero a nadie, si es a un amigo evita que sea gran cantidad porque podría no cancelarte
y perderías el dinero y al amigo. Si es poca la suma disponte a regalársela o a que te la devuelva a voluntad cuando quiera
y como quiera pero no cuentes más con esa suma para nada; si te la devuelve es ganancia, haz de cuenta que hiciste un nuevo negocio y te haz ganado un dinero extra; esa suma gástala como quieras a fin
de cuentas estaba perdida.
-Cómprate un auto aunque jamás lo saques ni lo necesites con frecuencia, es posible que lo necesites.
No lo prestes ni lo alquiles, no es envidia o egoísmo; es sencillamente porque los documentos están a tu nombre y cuando algo
está a tu nombre, tú y nadie más responde. Nunca se sabe que pasa con tu auto. La ley te requiere y te exige cumplir esos
daños que ocasionan los carros; los procesos civiles y penales aparecen sin que tu los causes. Si lo prestaste... ¿a quién
reclamas?. El infractor se vuelve tu enemigo a la hora de salvar el pellejo y el iluso es quien lo ha prestado. Evítate pasar
por tal.
-No duermas en la misma alcoba con nadie; no compartas tu cama
ni siquiera con tus hermanas. Nadie tiene las manos quietas ni es de hierro
como para resistirse a las tentaciones ocasionales que hacen tanto o más daño que las premeditadas. En esos arranques de generosidad
y de hospitalidad se pierden muchas virtudes y se aprende muchas mañas.
-No metas a tu casa a extraños, podrían sentir envidia por ti y te sacan a palos como fue mi caso.
Te quitan lo que has conseguido con dedicación y empeño y te acusan de malvado y de raro. Sales siendo el culpable de cuanto
en tu casa pase y después de los hechos, lamentaciones y desastres; se acaba la calma y se entristece el alma por mucho tiempo.
Es imborrable la huella que deja la intriga y la compañía de extraños aunque los conozcas de vista
o a sus familias y procedencia, son extraños y ya sabes como pagan y de los alcances que tiene la convivencia con extraños.
-No invites a tu casa a nadie menos brindarle posada o
alimento. Siempre estos salen renegando de tus atenciones siempre esto me ha pasado. Tampoco frecuentes a los vecinos por
más de quince minutos ni te acomodes a su despensa por necesitado que estés, esas estadías causan molestias y cierra puertas.
-No regales por una vez agua a tu vecino, volverá muy seguramente por más y ahí empiezas a molestarte
porque al tocar a tu puerta debes dejar de hacer lo que estás haciendo o suspender la siesta para salir a atenderlo y eso
te causa molestia. No es por el agua, y el vecino siempre cree que tu indisposición
es por la cantidad de agua servida. Te he enseñado que el agua, el fuego, el amor, la confianza, se entregan sin esperar que
sea devuelto. Pero en lo posible que no se vuelva costumbre, porque terminan
de ambas partes molestos y hasta se pierde la amistad.
-No acompañes a una persona en su casa podría traerte entre otras las siguientes dificultades: si la
persona a que debes acompañar en su propia casa es menor de edad y ya tú eres mayor, te tratará de meter en embrollos afectivos
o sentimentales. Si aceptas estás perdido, si no aceptas estarás igualmente perdido e involucrado y acusado de mil vainas
y quien sabe cuántas otras acusaciones que te envuelven y te quita la tranquilidad sabrás por cuántos días, meses o años.
Si no es que te arruinan el resto de la vida. Si estás ilíquido te acusan que lo hiciste por buscarte algunos pesos a su costa,
si estás muy solvente te quitarán lo que tienes y te dejan en ridículo con tal de hacerte gastar hasta el último centavo.
La envidia existe si tienes o si no tienes. Si eres apuesto o si eres muy del
común.
-No acompañes a una mujer casada ni vivas en su misma casa. Los maridos todos sufrimos los celos y
si eres detallista con ella te tratará que la estás conquistando para ti. Si eres indiferente con ella te reclamará por ser
su esposa, te hará los reclamos más absurdos jamás imaginados.
-Si prestas por una noche una almohada, una cobija o tu abrigo, a un menesteroso decídete dejárselos
para el resto de la vida porque si la reclamas al día siguiente, esa noche muy seguramente no habrá conseguido como reemplazarla
y te verás en grandes líos porque así siempre pasa, y el jabón y la lavada te toca a ti y quitarle el sudor y los olores impregnados
tiene su costo. Casi nunca lo agradece nadie y a cambio ganas problemas.
-Si tienes una casa muy amplia procura que vivas en ella solo con tus hijos e hijas y tu esposa a nadie
más metas a la casa porque te pueden quitar a tus hijas y a tu esposa y terminas desterrado de tu propia casa. Si tu casa
es pequeña y vives sólo, no se te ocurra meter en ella a nadie; no te hagas el pequeñito para abrirle espacio así sea tu propio
hermana.
Si tienes que vivir en arriendo procura que los dueños del inmueble no vivan en el. Y si... por aquellas cosas de la vida tienes que vivir o compartir la casa donde vives, cierra
muy bien la puerta de tu alcoba y déjala con llave para que al llegar encuentres la cama tendida oliendo a ti, tu loción,
tu papel higiénico, tu barbera y tu ropa tal como la dejaste.
-El computador no lo compartas con nadie lo necesitas con urgencia y ese alguien se molesta si le pides
que interrumpa su trabajo. Puedes perder para siempre la información guardada y al amigo. O lo que es muy probable que te
dejen un virus instalado.
-Con tus zapatos, tu ropa y demás cosas de uso personal no se te ocurra permitir que ni el más amigo
o cercano se las coloque porque empieza por tomarlas por costumbre y tu sabes que la costumbre hace ley y la ley hay que cumplirla
y por ahí se te mete al rancho y termina echándole mano a cuento tienes y vaya problema hacerle entender que eso es tuyo y
no de nadie más, es que ni siquiera eres capaz de decirle algo así, en cambio el abusador si tiene palabras para reprocharte
y hacerte insultos justificando mil y mil razones que en nada te benefician.
-Cuando viajes no te olvides de echar los documentos de identidad, ni los documentos que necesitas
para hacer tus diligencias; no se te olvide escribir el inventario de cuanto llevas en la maleta y haz otro listado de cuanto
desea comprar no vaya a ser que te vuelvas comprador compulsivo y te quedes sin lo de regresar a casa, procura que tengas
en tu cuenta ahorros y lleva tu tarjeta y tu clave en lugares separados o grábalos muy bien para que no te metas en líos.
De todos modos no lleves tanto efectivo consigo, no es bueno por obvias razones. Echa en tu maleta loción, papel higiénico,
cepillo de dientes, dentífrico, barbera, jabón y sobre todo condones; uno nunca sabe, los viajes traen aventuras y oportunidades
de toda naturaleza.
-No es que te prevenga del todo, es que siempre así pagan las personas que no desean conseguir sus
propias cosas ni suplir sus necesidades. Y no está por demás hacerte estas y
otras recomendaciones con tal de evitarte problemas. Tu vida debe ocuparla o dedicarla a cosas productivas y que te proporcionen
satisfacción personal, no a pasarla de juzgado en juzgado ni de vecindario en vecindario rindiendo declaraciones hasta quedar
rendido.
-No olvides los preservativos para preservar y prolongar nuestro apellido Cristancho. Te quiero hijito
del alma.
Sé feliz y crece en sabiduría y en virtudes sin dejarte confundir: una cosa es una cosa y otra bien
distinta es la caridad mal formada que hace tanto daño como el mal bien aplicado.
Tu papá ...o como me dices pá.
Alvaro.
FIN